domingo, 2 de junio de 2019

El tabernáculo


V

Sí, qué tejado, qué sombra de madera sobre
      el último día.
Cantaba el mar en playas de níquel, el mar
    lleno de sudor,
siempre el mar.


Yo estaba desesperado como si ya no quedara
    otra vida,
como si el mundo fuera plano
y mi sueño estuviera colgado de una pared
llagada.


Sí; el amor, la carne, el triste sueño. Yo no
   quería morir,
no quise llevar una flor transparente sobre el
     hombro pasajero;
dejar de ser un pobre árbol sin jacintos.


(Mañana, cuando esté sereno, todo se me ha
     de volver tonto; yo estoy sordo
de llevar mis ríos a un corredor;
de dirigirme a una frase viviente entre montañas,
a un vaso de café, a una canción, a toda una
     noche sin dormir.


Pero el amor es el amor,
y yo tolero lo que me ayuda a ser diferente:
silencio entre dos hojas, espacio entre los
    hombres.)


Ricardo Molinari, El tabernáculo, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2001.

Dibujo: Federico García Lorca





No hay comentarios:

Publicar un comentario