viernes, 20 de abril de 2018

ANTOLOGÍA POÉTICA




Navidad del almendro

Cuando la nieve caiga del trapecio,
nacerá el almendro.
Porque el rocío golpeará a su dueño,
nacerá el almendro. 
Porque tú rectificas la ceniza del cielo,
nacerá el almendro.
Si el tesoro está abierto
en las frías ciudades de tu cuerpo,
oh mi Rey, nacerá el almendro.
Aunque no asista el invitado al sueño,
ni se duda, se vive del dulce valimiento
de que siempre nacerá el almendro.
La madre pone al niño por ejemplo
de aforismo severo
que nacerá la copa del almendro.
La espuma no se come su alimento,
ni el rubí, ni la flor de los deshielos,
y lo amparan el llanto navideño
y el Ángel del Tambor de Donatello.
Tú conmigo lo juras a la luz de un recuerdo:
que nacerá de carne de aureola de sediento,
de blanco cementerio,
que nacerá en perfume de cariñoso duelo,
que nacerá el almendro.



OTRO

Nunca estoy conmigo. Otro.

El otro, por dentro, afuera,
entre, despertando olvido.

Voy y vengo, descompuesto,
juguete de imán profundo, niño.

Otro. Nunca estamos juntos.



MÁS PENURIA

  La tarde callada y verdadera.

  La casa del pobre (jardinillo, carbón, algo rojo en su
niebla) y la mujer ósea y ronca que nos recibe. Llueve.

  ¿De qué hablamos? Revisa tus olvidos, tus papeles. Ah!
la grande conversación inesperada en esa herrería, en esa
deslumbrante sala, en ese mundo.

   Descubrimiento de otras leyes, recepción de otros
Nombres.

   Una sagacidad botánica se extiende por el aire; los
caballos, las vacas, la iglesia: -nítidos!

Hemos tocado un manto.



SONATA

  Si por algún tiempo nuestra atención oscurece, de pron-
to, la suave oleada del Adagio estalla en la ardiente costa,
fragmentaria y nocturna, del Allegro. La coherencia inte-
rior se rompe, aparecer un sorprendente mito. Así también
algunas reuniones se me inundan de color violeta o majes-
tad carbonífera en un instante impasible - y me parece que
descubro entonces el texto perdido y mutilado de una
música fabulosa.



LA BATALLA


La batalla honda y angustiosa
entre lo izquierdo y lo derecho
¿no acabará nunca?
¿Me estaré siempre dividido
entre los infiernos suaves y los atroces paraísos
y las acciones rápidas como rayos
o lentísimas como descomunales nuves
que se disputan el tesoro?
A cada instante hay un espía izquierdo,
un avance enmascarado del ejército derecho,
a cada instante oigo que me roban
una cantidad indefinible de sustancia,
una noche única, un heroísmo, un crimen
o jirones de esa niebla que me separa del tesoro.
¿En cuál puño, en cuál de los dos mundos prenatales
estará la piedrecilla oscura,
dulcísima, cerrada, como un premio inútil?
Y si yo la tengo y sé que está en mi puño izquierdo
¿qué otra piedrecilla más ardiente siento
que me roza y me desgarra la derecha?
¿En dónde la piedrecilla como un astro inalcanzable?
San Pedro me la dio, San Pedro me la quitó,
la imposible posesión huye volando entre los juegos
como la luz, como el brillo encendido de los ojos.
Y la búsqueda del tesoro,
porque no tiene que haber uno en el inmenso parque
suma de lo posible y lo imposible, del azar y del destino,
¿no acabará nunca?
¿Siempre ha de haber un vacío izquierdo y un vacío
      derecho,
cada uno con sus pesos inauditos, con sus ráfagas,
      colores y discursos?
¿Siempre ha de haber una batalla del oído y la mirada,
      del umbral y del centro de la casa,
una apuesta de lo seco y de lo húmedo
que es preciso resolver para ganar la vida?



EL ESCORIAL

La cotidianidad del mundo
alumbra su pasión desconocida
cuando entramos a la sombra de esa mole,
tan pesada en los huesos que es preciso
toda la soledad de la materia
para existir sin las palabras en su luz,
abstracta como el ser
y dorada como el valle de los chopos.
Parece sin embargo que no entramos
sino a las apariencias de un edificio extinto,
o será que no podemos concebir,
como un deseo simultáneamente
representando y vivo,
la noche de la voluntad absorta
en el sol de la geometría
y de la pesadumbre que se congela en bruto.
De espaldas a nosotros y al estío
abriendo su castillo en la mudanza,
nos oímos andar por esas naves
como un recuerdo finamente calculado.
El yo que te impulsaba te rodea
incapaz de acercarse hasta el aliento
conjetural y dulce del fantasma,
y a la vez se incorpora ineluctable
la claridad del cuerpo
haciendo su trabajo entre volúmenes
ascéticos, gloriosos, necesarios.
Andar adquiere calidad del templo.
Seguimos fieles el dibujo
de la plegaria que se mueve inmóvil.
Porque moverse aquí no es ir de un sitio
a otro que lo niega o lo redime.
Nuestros pasos extraen de la vida
y de los muros que nos llevan despojados
una sustancia como el mar,
o como el fuego en sus fijadas estructuras,
cuando abre la llama como el verbo
la significación del nombre que dormía.
El acto evoca su alborada
y estrechamente unido con su propio sacrificio
se adelanta a ceñir la paz unánime
del patio de los reyes al olvido,
del monástico arco a las ventanas
cerrando la blancura del minuto.

Ese minuto dura en el espacio,
y así como el sentido
pasa de una palabra a otra en el discurso,
cada golpe del corazón del aire
feroz de lucidez, levanta esbelta
la durísima flor enajenada.
Pero no es la memoria el incesante mago
mostrándonos ahora la blancura
trágicamente inmóvil en el viento,
contra el verdor profundo
en que la sequedad se hace violeta,
sino el adiós continuo
de la imaginación quemándonos
en una sola hoguera fija,
como un solo Escorial de las imágenes
contra la escoria inmensa del futuro.

Desde los roquedales
Felipe contemplaba el crecimiento inverosímil,
como un ajeno desvarío
de la forma en espejos detenida.
Nos asomamos siempre a los balcones
de nuestra soledad como los niños
para ver el abismo de los ojos,
la santa perspectiva, los colores
recogidos en vaso misterioso.
Sombrío preguntaba, y ese gesto
de su interrogación está en las peñas
bajo el cenit atroz como la nada,
cuál es la libertad del hombre.
Porque elegir nos deja más sedientos,
y no nos basta poseer la forma
de un reino, de una tumba, de un destino
que están golpeando siempre en otra puerta,
y detrás escuchamos el oceáno
de nuestra libertad salvaje y pura.

Porque nunca nos basta la elección,
ni la mirada, ni la fe,
y nuestra libertad es ofrecernos,
mas cómo atravesar el laberinto
de espejos en la pesadilla
fanática del yo que es uno y nadie.
La belleza del viento sustentando
adentro de su soplo una avidez
cerrada como un árbol, de la luz
que da a la descarnada cantería
real e imaginaria
la casta decisión de su figura,
participa del júbilo del hombre
que entregado se inclina.
Más como merecer ese milagro en la connciencia
señora hasta el infierno de sí misma.

Por eso el Escorial es tuyo,
y es mío, y es de todos, y es de nadie,
porque todos lo estamos manteniendo
en una sola noche blanca,
monumento del no, palacio
nupcial del imposible.
Y haberlo visto ahora nos parece
una experiencia que no acaba,
como si algo en este mundo fuera todo
lo que tenemos que traspasar dormido
para salir a la graciosa cetrería
de nuestra posesión, a la intemperie
de los astros y del alma.

(Conjeturas, 1951)



HAY UNA GOTA EN EL MAR

Hay una gota en el mar
que es la que está sustentando
su masa verde y amarga,
la opulencia de su llanto.

En el fuego hay una chispa
que es la que está alimentando
como la envidia de un oro
en otra parte llameando.

Hay un soplo entre los aires,
en la levadura un grano,
tiembla en el todo una nada
que es lo que estoy deseando.



QUEMA, HIENDE, ROMPE


Quema, hiende, rompe, la
ciudad humana,
y dibuja en lo invisible
formas extrañas.

Aquí levanta una giba
hecha de alma
sumerge allí una caverna
en la mirada.

La comisura mastica
su yerba amarga;
la mano ayer dulce copo,
hoy fea garra.

Un hombro como un abismo
callado baja,
y hasta la ropa inocente
va condenada.

Salvaje erosión de oscura
piedra humanada,
y por adentro pasando
las hieles bárbaras.

Se nos va hinchando la vida,
deforma su ala,
para acabar sepultando
monstruos de nada.



LA MARIPOSA AMARILLA

Sobre todos los muertos vuela
la mariposa amarilla.

La he visto en mi jardín,
y no era la luz sino el llanto
lo que nublaba mis ojos

La he visto en el rosal,
y las ciudades en ruinas
humeaban bajo el sol.

Quise, entonces, besar tu rostro, y vi
la mariposa amarilla.

12 de agosto de 1962




ALIVIO

El frescor nocturno
las estrellas altas,
los árboles inmóviles,
la luz del alma,
ardiendo sin palabras.

Miro a las nubes y pienso:
hay otro lenguaje.

Las palabras hablan
con nuestras bocas.
Se alimentan de nosotros.
Nos sepultan, prosiguen.

Las palabras toscas, ilustres,
que tan enormemente han servido.

No pienso en nada y pienso
(mirando a las nubes):
hay otro lenguaje.


26 de septiembre de 1963




SEXTO EPITALAMIO


Veo
los espacios vacíos 
de este mundo,
lo que hay
entre árbol y árbol,
cristalino,
entre el cielo y el mar,
lo que rodea y separa
a cada cosa
y las une:
los blancos
vivos 
de la página
-con qué reverencia!



ESCASEZ


Lo que no hay
primero brilla como una estrella altiva,
después se va apagando
en el espacio vacío, consolador y puro
de lo que hay

Amanece.

La ciudad está llena de su carencia
como de una luz
distinta


9 de julio de 1967



ESTAMOS


Estás
haciendo
cosas:
música,
chirimbolos de repuesto,
libros,
hospitales,
pan,
días llenos de propósitos,
flotas,
vida,
con tan pocos materiales.

A veces 
se diría
que no puedes llegar hasta mañana,
y de pronto
uno pregunta y sí,
hay cine,
apagones,
lámparas que resucitan,
calle mojada por la maravilla,
ojo de alba,
Juan
y cielo de regreso

Hay cielo hacia adelante.

Todo va saliendo más o menos
bien o mal, o peor,
pero se llena el hueco,
se salta
sigues
estás haciendo
un esfuerzo conmovedor en tu pobreza,
pueblo mío, 
y hasta horribles carnavales, y hasta
feas vidrieras, y hasta
luna.

Repiten los programas,
no hay perfumes
(adoro esa repetición, ese perfume):
no hay, no hay, pero resulta que
hay.

Estás, quiero decir,
estamos.

(8 de octubre de 1967)






PIEDRA DE RAYOS


¿Existe una praxis última de la
poesía donde el hecho es imagen
y el progreso científico-económico
suficiente hermosura?


Eso pensé, sacándole el último juego
a la piedra de rayos de Rimbaud.

Ahora vuelvo a pensarlo,
mas no desde la noche de la imagen
sino, precisamente, desde el sol de los hechos.

Ese sol da en el mar que parece
una tierra alucinada.
La tarde, con sol azafrán, es un hecho.

Este mundo ¿será, ya, el otro?





DOBLE HERIDA


Este ir de la vida a la escritura
y volver de la letra a tanta vida,
ha sido larga, redoblada herida
que se ha tragado el tiempo en su abertura.

Abierto como res por la lectura,
le entregué las entrañas, y la vida,
queriendo rehacerlas, conmovida,
en ellas imprimió su quemadura.

Doble traición, porque la una resta
lo que la otra necesita entero:
el ser de carne y sueño, la respuesta

que deje al fin saciado al heredero
de tanta boda rota y tanta fiesta
partida por cuchillo doble y fiero.



DEMOLICIÓN


Al fin se consumó, después
de tantas perfecciones tan equívocas,
de tanta precaución y cálculo, probando
que nada fuera inútil, ni lo nimio,
ni los más delicados pulimentos:
al fin se consumó lo improyectado
por la mano, al revés de la materia.

La mano reconoce que otra mano
más poderosa hay en la materia,
otro proyecto inverso, otras escultura,
abierta al desgarrón que nos genera, 
el ojo reventado de la forma,
el descoyuntamiento crucifixo,
el boquete sediento de la luz
manando los destrozos
de una extraña alegría.


Cintio Vitier, Antología Poética, Editorial Letras Cubanas, Madrid, 1994.

Obra visual: M.C Escher





Superpoderes






Formación

En la semana 24 de gestación
se forman las papilas gustativas
una especie de capullo violáceo y carnoso
que clasifica lo dulce sin rodeos
de un latigazo sanguinoliento

Hay algo que después será una lengua
viva entre cavidades
apurada por asimilar o descartar
un tono propio

¿cómo se forma el gusto
sin ojos que ven
sin boca que dice y escucha
en el eco
de bocas ajenas?

¿Cómo pueden, quién puede
saber cómo se forma el gusto?

Globulitos violetas que en estos días
surgen de la nada en su cuerpo que a su vez
brota en el mío,
denle una voz propia que pueda llevar por la vida
por favor
denle un tono
un matiz


Hechos reales

Llevo una semana atrapada en la tela
de una novela de 600 páginas
que leo compulsivamente en cualquier parte:
en el subte, en el colectivo
mientras me muevo sobre todo

me paso de las paradas, me sobresalto
especulo con robarle minutos al trabajo
para avanzar dos o tres párrafos
en mi doméstica carrera contra el tiempo

Ah pero a la noche
esperanzada me la llevo a la cama
prendo la luz de la mesita
ansiosa por saber qué va a pasar

y me quedo dormida
después de 10 a 15 líneas
para soñar con el protagonista


Coreografía

Ocho mesas tiene el bar
seis ocupadas
dos vacías
me siento en la séptima
que elijo por ser de las dos restantes
la única que mira a la calle
somos ahora siete mujeres
una en cada mesa
cuatro a la calle, tres
a la nada
dos leen el diario
una un libro
otra está con un bebé en un cochecito
me sorprendo de no ser yo la del bebé
todas mayores de cincuenta
menos yo y la del bebé
no tengo qué leer ni qué escribir
no planeaba venir
anoto esto en la parte de atrás
de la cartilla médica de la prepaga
la puerta se abre, dejando entrar algo del ruido de la calle,
entra la octava


Los modos

Son modos: mi madre, por ejemplo,
va destendiendo la ropa
poco a poco
según se sequen, a su turno,
una y otra prenda;
con un tacto veloz
detecta la humedad
de los bordes de las telas
que el sol menos tocó

aunque no haya amenaza de tormenta
ni haga falta el espacio
para colgar más prendas
ella lo hace así -son modos-
yendo y viniendo

en sus intercaladas excursiones
desde y hacia el patio
a la ida, con brazos sueltos
a la vuelta, a manos llenas
danza sus días y las partes
de sus días en un pengrama
salpicado de blancos

mientras sin querer y sin saberlo
va burlando la inquietud
que murmuro en silencio,
son modos donde yo desespero
ella pasea


Gravedad

Yo en la cocina muevo cosas
M en su pieza con sus ninjas
B en el living flota en ese silencio texturado
que casi parece oírse
cuando se pone a dibujar,
vos en la compu protegido
Somos cuatro galaxias navegando
dentro de la casa
cuatro galaxias despegadas
de sus respectivas materias estelares.
Los hilos invisibles que nos conectan
son fuertes y flexibles
pueden tomar formas insospechadas.
La casa cambia de rol una vez más
y de nave nodriza pasa a ser, con su voz
de experiencia,
la que cuenta los cuentos


Paisaje artificial

Nuestra ropa se apila y arma un paisaje,
desaloja los cuerpos,
los vestidos forman accidentes geográficos
en miniatura

vos en tu faceta de explorador
tal vez puedas extraer algún mineral útil
de esa roca surgida
entre estampados y costuras
o definir flora y fauna
de la bahía redonda de elastano y modal

pero sigue creciendo como un bosque
atento sólo a sí mismo
no acata las podas que les imponemos
ni registra el cambio de temporada

mundo de barro, de aguas y de sal
atraviesa los cuartos sin distinguir
las fronteras de nuestro recinto

las arenas movedizas de tela
fueron dejando a mi cuerpo
titilando de frío,
no hay textura que aguante
semejante tormenta

todo se sumerge menos yo

remeras y pantalones
avanzan por la casa como lava,
entonces parece que no puede haber paisaje
sin mirada


Florencia Fragasso, Superpoderes, Editorial El ojo de mármol, Buenos Aires, 2015.

Obra visual: Fernando Biderbost





domingo, 15 de abril de 2018

No palabras





No palabras

No palabras
que se demandan en cantidad masiva,
sino las que han sido cauterizadas, aplastadas,
las que faltan como granos
de uvas prematuramente picoteadas
sin ser notados.

Ni gestos
que de sacerdotes
copian sus creyentes,
sino los que para sobrevivir
el cuerpo aprende con dificultad
y que no pueden traspasarse a otro cuerpo.

Ni el olor
del incienso o de la nostalgia florecida
que nos adormece o acuna con indiferencia sedosa,
sino el que despierta, aquel que
inesperadamente penetra en las aberturas corporales,
despertando todos los sentidos.

Ni la poesía
que se desliza por la plataforma helada de la historia
literaria,
sino aquella, cuyo atrevido olor
es capaz de mover
el eje de gestos y palabras.



La sequía

Después de mucho tiempo
descubro la voz que tal vez
merecería la pena seguir.

Pero es tan débil
en los bordes
que la mayoría de las veces no se oye
más que un mecanismo de su garganta.

Tan sólo la forma
sin contenido fuerte y ardiente
será apropiada y sometida
con facilidad.
Siento que
los acontecimientos sean
tan previsibles.

Por la noche sueño
que durante 1500 m nado a crol
por las piedras, pues hay
una sequía muy grande.



Sobre la vida de una orden de pago

Nací en la impresora de una
charlatana en una oficina pública
me llamaron CÓDIGO DE REFERENCIA 1210206,
e incluyeron en la carpeta ATRE*.

Mi odisea empezó
en una pequeña oficina de correo en Liubliana
y terminó en el buzón
de una calle liublianense.

Al principio yacía sola
en el crepúsculo de una caja metálica que
a través de los tragaluces del techo dejaba traspasar
algunos acariciadores rayos de luz.
Después, llegó la compañía. Me sentía
especialmente cercana a la carta que
tenía un sello con una gata blanca.

Los días de vacaciones del frescor agradable
del buzón, hasta que volvieran
sus dueños, fueron los días
más bellos de mi vida.

Luego fui a parar en manos de alguien que
con un solo gesto abrió el cierre
de mi manta y me desnudó.
Así yací algunos días desnuda
en la mesa de la cocina de un
húmedo piso sin calefacción
donde me resfrié y todo mi cuerpo
se arrugó desagradablemente.

A partir de entonces, todo fue de mal en peor.
Lo que siguió fue la vivisección:
en el correo, la empleada de repente
me amputó la parte derecha del cuerpo. Fue muy duro.
Morí en el camino hacia casa.

Ahora vivo mi vida póstuma
enterrada en una caja en el polvoriento
ático de un piso de Koper.

________________

*ATRE - abreviatura de Agencia Tributaria de la República de Eslovenia (nota de la traductora).



La sequía

Después de mucho tiempo
descubro la voz que tal vez
merecería la pena seguir.

Pero es tan débil
en los bordes
que la mayoría de las veces no se oye
más que un mecanismo de su garganta.

Tan sólo la forma
sin contenido fuerte y ardiente
será apropiada y sometida
con facilidad
Siento que
los acontecimientos sean
tan previsibles.

Por la noche sueño
que durante 1500 m nado a crol
por las piedras, pues hay
una sequía muy grande.



El naranjo

El naranjo en el huerto
sostiene menudos frutos verdes
Tan solo ayer olían a
flores blancas, y hoy
tienen aspecto de
verdes abejorros impregnados
con la mano alzada y el pequeño
puño apretado.

Entre ayer y hoy,
entre el florecimiento y
la formación del cuerpo
se halla la diferencia
que es el amor de la poesía.


Una hilera de ocas

Las palabras dentro de la cabeza son distintas
de las palabras en la boca y
las palabras en la boca son distintas
de las palabras dentro de las orejas.

Las palabras dentro de la cabeza
Actúan en silencio,
son intocables y están intactas,
sin forma surgen y desaparecen.
Su reino no es el del
todo la cabeza en la que
han aparecido.

Las palabras dentro de la boca
se hallan en vía hacia el sonido y la forma;
son como una caballería glotal en ataque
que por pataleo rebota en la cabeza.
Pero en el último momento
vuelven a distribuirse y
salen hacia fuera como ocas.

Las palabras dentro de las orejas son
un pico agradable - más bien vibración que sonido,
más bien ritmo que significado
(o bien el ritmo y el significado se separan por un momento
para volver a conectarse de manera distinta)
Su objetivo único es
fecundar las palabras en la cabeza
y meterlas en la boca.

Y así nace el pensamiento.
Y así nace el diálogo
Y así nace el poema.


El puerto de Koper

He visto a las obreras despedidas de la fábrica de textiles
exhaustas, exprimidas como limones,
he visto a los trabajadores del puerto delante de la fábrica
colgándoles los brazos como ramas secas
a lado de compungidos troncos corporales
En sus rostros, el rechazo y la desesperación,
la ira, el justo en enfado.


Hoy no habrá cena
ni tampoco mañana desayuno,
y prepararemos el almuerzo de
los restos de la cena y del desayuno.

Una niña de cinco años,
hija del trabajador portuario
dijo que su cumpleaños es
el cinco de desmayo,
sonriéndome.

En mi cabeza
los pensamientos desesperados
rebotan en mis oídos como
truenos de caños en la frente.

Cómo equilibrar
la marea cruel e imprevisible
de la vida en el capitalismo salvaje.

La luna, un cuerpo
celeste inorgánico,
es un juez más justo
que los empleados.

Su marea baja
es previsible.

Lo imposible persiste,
dice Vasko Popa,
y también el bien
armado no deja de perseverar.



El amor es otra nacionalidad


Nos encontramos de repente
como dos intervalos de tiempo que
chocan y atraviesan el uno al otro.

Compartimos todos los momentos que
en otros tiempos y experiencias
quedarían fuera del campo de percepción.

De la gramática nacional que conoce el dual
sin conocer el amor que se origina en dos,
escogimos los verbos de movimiento y la abandonamos.

Nos convertimos en países más allá de las fronteras
que posibilitan uno al otro,
se apoyan y acompañan.

La complementariedad nos ha implantado
directamente en el presente, y entonces lo hemos comprendido:
somos dos salvoconductos de refugiados, no necesitamos visados
el amor es nuestra incomprensible
otra nacionalidad.


Taja Kramberger, No palabras, Ediciones Gog y Magog, Buenos Aires, 2013.
(Traducción: Barbara Pregelj en colaboración con Gemma Santiago Alonso)


Obra visual: Marc Chagall.                                         









miércoles, 11 de abril de 2018

LA MENTIRA




7

El misterio no es un propósito de la vida sino de los hombres.
En la infancia, sin embargo, se desarrolla naturalmente. Los niños comunican la realidad con suspenso.
Cullari tenía cinco o seis años. Yo, cuatro. Una tarde oscura, en un recreo, me dijo al oído: tengo que contarte un secreto. Esperé con los ojos abiertos y la boca seca. Yo tenía miedo. Me hizo prometerle que jamás iba a revelar que él me lo había contado. Asentí con la cabeza. A pesar de mi promesa dudó un momento. Al fin, me dijo, soplándome al oído: La maestra se llama Mirta Escudero. El secreto quedó grabado en mi memoria. Jamás fue revelado.


15

Nunca nadie tuvo un átomo en la mano. Musacchio insistía con eso y yo pensaba en las cosas que ocurrían a mi alrededor. Todo lo que ocurre, me decía, es un acto de fe. Incluso el Correo Central, un par de trenes, el extraño sabor del café.


22

Ocurre que a veces uno pasa una noche espléndida y necesita guardar algo, un trozo de servilleta, un boleto, un terrón de azúcar, como prueba de que ha estado en el paraíso. Con el tiempo comprueba naturalmente que ese trozo de servilleta, ese boleto, ese terrón ya no son el paraíso, y recuerda, acaso, a Musacchio. Su mirada monocular, inquisitiva. Recuerda, acaso, que nunca nadie pudo tener un átomo en su mano.


24

No sé si era el frío o la oscuridad de las primeras horas de la mañana o sencillamente mi timidez. Algo me provocaba malestar en la escuela. Algo me hacía sentir endeble o desdichado.
Aun cuando el temor fuera imaginario y producto de mi personalidad, yo encontraba frecuentemente datos que confirmaban mis sospechas.
En esa época había empezado a comer en la escuela. Una tarde, en el comedor, me enteré de la existencia de un plato llamado "niños envueltos". No pregunté de qué se trataba y nunca lo probé. Me parecía todo tan claro.


25

Mi padre solía llevarme a las carreras de autos. Nos gustaba ir al autódromo. Nos gustaba el olor del caucho, el ruido de los cambios ascendentes, los rebajes, el paisaje de ese lugar apartado de la ciudad. Nos gustaba contemplar el aire claro y brillante de la tarde atravesado por veloces puntos de colores.
Mi padre era el hombre más equilibrado que había conocido. Manejaba con parsimonia y prudencia.
Cuando salíamos del autódromo solía decirme: imagina un ser capaz de vivir apurado.


80

Una noche de reunión familiar, cuando mi abuelo todavía participaba de las fiestas, dijo algo que vinculaba a dos personas ciertamente incompatibles.
Mi tío, que nunca tuvo paciencia, y que a pesar de eso o por eso mismo es aficionado a la pesca, enrojeció a causa de la inconsistencia de la frase y trató a mi abuelo de mentiroso.
Siguió un incómodo silencio.
Mi abuela apareció entonces como un río resplandeciente y lo defendió: "el abuelo puede perderse, pudo haber soñado, pero no miente".
Lo que vemos en sueños, ¿somos nosotros?


Sergio E. Nakauchi,  La mentira, Editorial Textos Intrusos, Buenos Aires, 2014.

Obra visual: Juana Fortuny









lunes, 9 de abril de 2018

Viajero inmóvil



3

Los que esperan no tienen compañía

Mi habitación es una foto vieja
Que cuelga sobre el muro de la tarde
Y aunque la luz se apagara
La sombra que proyecto sobre el suelo
Quedaría impresa como una huella

Pero la sombra es también un color

La espera no se comparte
Y la mía fue engendrada en la quietud
Que atraviesa como un sol la ventana
Nada puede resolver
El espacio entre un cuerpo que está adentro
Y un cuerpo que transita por afuera
Por eso avanzo Por eso estoy quieto
Y es por eso que me quedo

Para viajar hay que perderlo todo.


4

Andar puede parecer una ausencia
Cuando el destino comienza a borrarse
Antes de salir Antes de empezar

Es por eso que intento convencerme
De que la espera también es un viaje
Pensarme igual a un cuerpo suspendido
Al que la tierra le pasa debajo
Lenta como una rueda de juguete

La espera también puede ser un viaje

Un reloj que se ha parado por caso
Marca con rara precisión la hora
Por un instante dos veces al día
Pero aquél que atrasa debe aguardar
Como si caminara en retroceso
Hasta encontrarse de espaldas al tiempo

Porque sé que en el punto de partida
Es donde desaparece el camino
Entonces prefiero quedarme quieto
Antes de salir Antes de empezar
Ser el propio naufragio Estar varado
En la ruta estática de la espera

Soy el reloj detenido en lo exacto
Camino de espaldas Soy mi equipaje
Un punto ciego adonde nadie llega

Voy a tu encuentro porque no me muevo.


5

El pensamiento soporta una pausa
De blanca angustia de cándido silencio
Antes de sumir en letras azules
Estos papeles que integran el caos
La demora injerta así un haz culposo
Sobre la piel del poema naciente
Y esta noche todo será puesto en duda
El verso enciende un reguero de espanto
/¿Quien soy? ¿El que sueña o la mariposa?/
Pero escapar ya no sirve de nada
Y cualquier texto es también una cárcel
A veces basta una sola palabra
El sordo estrépito de la escritura
Para hacer de cualquier viaje un regreso.


9

Recoger una piedra
Con la idea de que ese solo gesto
Va a desviar el camino

Pero la piedra sigue aquí
En el bolsillo  Un peso vacio
Inútil a menos que de pronto
Sea arrojada y en ese fugaz instante
Alcance a separarse de tantas
Cosas que da lo mismo si están
O no Giro
Sobre el eje de mis pies
Y busco las huellas que no he dejado
Como quien entiende lo que significa
Una palabra que nadie va a decir.


12

Intento dibujar mi itinerario
Como si fuera un mapa de caminos:
Un punto solitario en el papel

Pero sé
Que una línea está formada por puntos
Que incluso pueden unirse a otros puntos
Y entonces remediar cualquier distancia

La pregunta así sería si todo
Punto tiene destino de línea
O si acaso
Hay puntos condenados a un extremo
Puntos muertos
Donde nada empieza y nada concluye.


13

Cuento los pasos otra vez uno a uno despacio
Y descubro que dibujan un círculo obsceno
Una cifra engañosa y violenta
Que recomienza que recomienza
Que besa como una ola el punto de partida
Y se borra a sí misma mientras rascan
Sus lentas garras la pintura rosa del día
Para dejar al descubierto así
/Sumando ceros en ese viaje imposible/
El olvido Cuento
Los pasos y quedan marcados con tinta negra
A un costado mezclados
Con las piedras que este mapa de rutas también
Consigna con perversa precisión Un paso más
O menos hacia un texto ilegible: el paisaje
Que se endurece: el tiempo barro dormido
Secándose al resplandor de las cosas
A las que ya no se puede llegar.


Fernando G. Toledo, Viajero inmóvil, Editorial Libros de Piedra Infinita, Mendoza, 2009.

Obra visual: Chema Madoz